Desde nuestra Directora Ejecutiva, tanto las Familias como las Escuelas poseen un rol formativo capaz de brindar herramientas a los estudiantes tanto para el desempeño escolar como para desenvolverse socialmente. Es así como recomienda que desde un inicio los establecimientos, tengan claridad de sus propios desafíos, de qué manera se despliega el currículum oculto y de la realidad de las familias. En la medida las Escuelas sean conscientes del contexto del cual provienen sus estudiantes y de que todos los núcleos familiares son distintos,  se podrá realizar una alianza y un trabajo colaborativo desde las necesidades de los apoderados en función del bienestar del estudiantado.

En cuanto a lo central de las Familias, Mena comenta que ellas se constituyen como el primer espacio donde se otorga la experiencia de sentirse querido, aceptado, cuidado, de generar competencias socio emocionales y de la construcción de la autoestima del niño; no obstante, a veces estas no son capacez de generar este espacio de la manera más óptima, constituyendose así la escuela como un espacio de contención para el estudiante y para las mismos apoderados. Respecto a lo cental de las Escuelas, estas tienen la misión de brindar una intancia de enseñanza-aprendizaje, centrada en la formación de un vínculo que considere los saberes previos, que posea expectativas realistas del proceso de aprendiaze, junto a brindar actividades desafiantes. 

Finalmente Isidora expresa, que pese a lo determinante que puede ser el ambiente familiar y escolar para la vida de los individuos, no hay que desconocer la influencia que poseen los medios de comunicación, la organización política y económica y de la sociedad misma, cuyo mensaje implica la competencia y el exitismo. Es así como se recomienda que para la formación de habilidades colaborativas, el trabajo de comunidades educativas y docentes, con tal de generar valores basados en el respeto y la inclusión.